Ellas llegan, te enamoran y se van.
Te dejan en la mano un par de versos y un vacía en el alma losuficientemente grande como para acabar el poema. Ese y otros cien.
Ellas tienen la culpa de que escribas. La culpa del desamor. De laguerra. Si me apuras, del hambre.
Están por todas partes y nadie está a salvo. Nadie está a salvo delamor. De sentir.
La culpa es de las musas por devolvernos a la vida cada vez que éstase acaba...