El estallido de una crisis mundial con múltiples facetas (alimentaria, económica, financiera, ambiental, energética, institucional, degobernabilidad, en suma, de civilización) en los años 2007-2008, hademostrado hasta qué punto las economías del planeta estánrelacionadas entre sí. El único enfoque posible para superar estascrisis es atacar el mal en su raíz.Sin embargo, lejos de plantear soluciones en ese sentido, losgobiernos han evitado cuidadosamente cuestionar al sistema en suconjunto, y han decidido proceder al saneamiento de las entidadesfinancieras y de las aseguradoras privadas con dinero público, sinpedir nada a cambio.Así pues, el coste de la operación corre enteramente a cargo de loserarios públicos, lo cual ha acarreado un aumento considerable de ladeuda pública de la mayor parte de los países. El falaz argumento deque esa era la única solución que permitía proteger el ahorro de lapoblación y el funcionamiento del sistema de crédito ha apuntalado eltambaleante tinglado de la deuda privada, para endosar la factura a la mayor parte de la población, que debe pasar por caja para pagar lasalegrías de los banqueros y demás grandes inversores.Esta fabulosa superchería goza de la ley del silencio: la filosofía yel mecanismo de las operaciones de salvamento jamás son analizadasrealmente. La omertá es de rigor entre los protagonistas: banquerosladrones, aseguradores que estafan, gobiernos cómplices, mass mediaserviles. El lavado de cerebro es impresionante.Pero en política nada es ineluctable. Es perfectamente posible otrasalida. El objetivo de este libro es contribuir a formular aquello que permitiría poner fin a la sumisión ante los grandes acreedores y losgobiernos cómplices, o cuanto menos, cobardes.