LA CASA DE BERNARDA ALBA fue la última obra de teatro que Lorca dejóterminada, pero no llegaría a verla representada. El poeta, además,nunca comentó nada sobre ella, por lo que se presenta como una de suspiezas más enigmáticas. Su lectura ha estado sesgada porinterpretaciones de corte político que diluyen lo que en Lorca no esmás que un mero marco y postergan el problema de la condición humana,esencial en el poeta. Joaquín Forradellas analiza en esta edición losfundamentos de dichas interpretaciones y defiende la proyecciónatemporal de LA CASA por su valor estético y subraya la intencióndocumental y realista de la obra. Protagonizada por personascorrientes que salen del pueblo, negando la heroicidad, LA CASA DEBERNARDA ALBA representa el dolor cotidiano, familiar, hasta susúltimas consecuencias. Lorca optó por un teatro representable, con unargumento asequible y, por ello, absolutamente crítico y eficaz alenfrentar al público con su propia máscara. Y lo hizo, además, con una expresión bella y precisa, poesía puramente dramática, apoyado enpalabras inquietantes que «trastornan el reposo» del espectador.
LA CASA DE BERNARDA ALBA fue la última obra de teatro que Lorca dejóterminada, pero no llegaría a verla representada. El poeta, además,nunca comentó nada sobre ella, por lo que se presenta como una de suspiezas más enigmáticas. Su lectura ha estado sesgada porinterpretaciones de corte político que diluyen lo que en Lorca no esmás que un mero marco y postergan el problema de la condición humana,esencial en el poeta. Joaquín Forradellas analiza en esta edición losfundamentos de dichas interpretaciones y defiende la proyecciónatemporal de LA CASA por su valor estético y subraya la intencióndocumental y realista de la obra. Protagonizada por personascorrientes que salen del pueblo, negando la heroicidad, LA CASA DEBERNARDA ALBA representa el dolor cotidiano, familiar, hasta susúltimas consecuencias. Lorca optó por un teatro representable, con unargumento asequible y, por ello, absolutamente crítico y eficaz alenfrentar al público con su propia máscara. Y lo hizo, además, con una expresión bella y precisa, poesía puramente dramática, apoyado enpalabras inquietantes que «trastornan el reposo» del espectador.