Juncal pudo haber sido el torero más importante de su tiempo, pero una cornada lo ascendió a otro estatus, el del último gran pícaro de latradición literaria española. Jaime de Armiñán escribe su carta deamor a todo un universo, a unas gentes que desbordan humanidad, gracia y vida, y a un paisaje que se resiste a desaparecer de nuestramemoria precisamente gracias a pedazos de arte como este. íBien picao, Juncal!