«Les diré algo: hasta que apareció Fred Vargas, la novela negra no nos interesaba demasiado. Pues bien, con esta novela, ha llegado elmomento de entonar un mea culpa. Lo que Fred dice nos inquieta, nosconmueve. Su talento de novelista va más allá del género. A partir dehoy, lo juramos: no se nos volverá a escapar.»Marie ClaireAlguien ha pintado un cuatro negro, invertido y con la base ancha,sobre cada una de las trece puertas de un edificio del distrito 18 deParís. Debajo aparecen tres letras: CLT. El comisario Adamsberg lasfotografía y titubea: ¿es una simple pintada o una amenaza?En el otro extremo de la ciudad, Joss, el viejo marino bretón que seha convertido en pregonero de noticias, está perplejo. Desde hace tres semanas, en cuanto cae la noche, una mano desliza incomprensiblesmisivas en su buzón. ¿Se trata de un bromista? ¿Es un loco? Subisabuelo le murmura al oído: «Ten cuidado Joss, no sólo hay bellezaen la cabeza del hombre».