Tras la muerte de mi madre, cinco años atrás, mi padre se desentendióde mí y me envió a la otra punta del país con la única compañía de una de sus ayudantes. Desde ese momento dejé de confiar en la gente. Notenía que haber accedido a regresar a Manhattan, mucho menos cuandofue Stone el que apareció para llevarme de vuelta, un chico siniestroque se había convertido en un hombre con pésimos modales y un tatuajeque parecía tener vida propia. Nadie parecía muy contento con miregreso, nadie salvo él. Pensaba que tal vez pudiera darme lasrespuestas que buscaba, que tal vez me enseñaría quién era yorealmente, o quizás me diría que mis desmayos y las extrañas visionessolo era yo perdiendo la cordura.