Un Fellini anciano que sufre de insomnio se despierta cada madrugada y da largos paseos por la ciudad de Roma, mientras espera el amanecer.En ocasiones sueña. Entonces agarra uno de sus cuadernos y dibuja esos sueños tal y como lleva haciendo desde hace casi treinta años porrecomendación de su psiquiatra. Durante sus salidas le vienen a lamemoria recuerdos relacionados con la zona de Roma por donde camina,cuenta anécdotas de su llegada a la Ciudad Eterna, cuando intentabasobrevivir por los alrededores de la estación Termini, de sus inicioscomo caricaturista callejero en Via Veneto, de su entrada en larevista satírica Marc?Aurelio, de la guerra...
Se suceden apuntes y sueños con sus compañeros de viaje: GiuliettaMasina, Aldo Fabrizi, Rinaldo Geleng, Roberto Rossellini, LilianaBetti... También con Dalí, su admirado Dick Tracy, el circo, losestudios Cinecittà, su amistad con Balthus... También encuentrosimaginarios con fantasmas del pasado como Anita Ekberg, MarcelloMastroianni, Pier Paolo Pasolini, y ya, entre hospitales, conMastorna, el mítico personaje de esa película que nunca llegaría ahacer.