Echando un vistazo a su alrededor, Martí busca esa rara unidad de vida y obra, guerrero y poeta, acción y contemplación. Y pese a llegar ensu busca hasta el otro extremo del mundo, no es allí donde laencuentra. Más allá de la contemplación excesiva de Wilde y suafeminada pose, más allá también de la acción de Byron, entregado auna causa que le excedía y a la que sólo pudo darse por puracombustión del motor del ego, más allá del pusilánime Pushkin, quienpuso en marcha las fuerzas de la tribu pero sucumbió víctima de susensibilidad enferma antes de que se materializaran, más allá de todoeso, Martí mira en torno y sólo se ve a sí mismo como el verdaderopoeta: artífice de una revolución y en ella muerto.(Carlos Jiménez Arribas)