El perejil gigante del Cáucaso, las onagras, el hinojo, la ambrosía?Arrastradas por el viento, desplazadas por los animales o bajo lassuelas de nuestros zapatos, las especies vagabundas han conquistadocon audacia y vitalidad nuestros bosques y páramos. Se las llama?malas hierbas?, ?plagas? o ?invasoras? y, con demasiada frecuencia, se les prohíbe la entrada en nuestros jardines. Son muchos los que se empecinan endeclararlas enemigas, pero ¿representan verdaderamente algún peligro?El botánico y paisajista francés Gilles Clément alaba estas especiesde nombres exóticos y originales comportamientos que campan felices en su ?jardín en movimiento?. En este bello alegato, nos describe losorígenes y la historia de una variada selección y nos permite entender cómo la acción de los seres humanos es en gran medida la causante de sus vagabundeos. Una magnífica defensa del mestizaje planetario escrita desde lasabiduría del jardinero y la poética del escritor.
El perejil gigante del Cáucaso, las onagras, el hinojo, la ambrosía?Arrastradas por el viento, desplazadas por los animales o bajo lassuelas de nuestros zapatos, las especies vagabundas han conquistadocon audacia y vitalidad nuestros bosques y páramos. Se las llama?malas hierbas?, ?plagas? o ?invasoras? y, con demasiada frecuencia, se les prohíbe la entrada en nuestros jardines. Son muchos los que se empecinan endeclararlas enemigas, pero ¿representan verdaderamente algún peligro?El botánico y paisajista francés Gilles Clément alaba estas especiesde nombres exóticos y originales comportamientos que campan felices en su ?jardín en movimiento?. En este bello alegato, nos describe losorígenes y la historia de una variada selección y nos permite entender cómo la acción de los seres humanos es en gran medida la causante de sus vagabundeos. Una magnífica defensa del mestizaje planetario escrita desde lasabiduría del jardinero y la poética del escritor.