¿En qué momento la vocación de servicio público se transforma ensoberbia y presunción? ¿Por qué el punto de vista de los demás ya noes un consejo sensato y se interpreta como una crítica inoportuna omalintencionada?Poco a poco, los presidentes del Gobierno se alejan de la realidad para acomodarse a un mundo de halagos y parabienes en elque cuesta asumir los errores o encontrar tiempo para rectificar. Lavanidad y el autobombo se convierten en moneda de uso corriente. Losciudadanos lo perciben, y su consideración de los gobernantes acabaresintiéndose.Son vicios que, en opinión de la autora, aparecen conmás o menos intensidad en quienes nos gobiernan con crecienteendiosamiento y falta de realismo.