Anodino y pusilánime, Manuel Jorges apareció en el despacho después de las vacaciones, casi sin que nadie se diera cuenta de que habíallegado. Sin embargo, bajo esa apariencia atesora una fama de elemento excéntrico y desestabilizador, urdidor descarado de invencionesimposibles. Los compañeros de oficina tardan en aceptar a esteMünchausen y sus disparatadas historias, pero pronto consigue poblarcon ellas el otrora anodino espacio de trabajo con viajes imposibles y sucesos ridículos por los que desfilan animales parlantes, siniestras mascotas o poderes absurdos. Como la inopinada protagonista de una de sus anécdotas, Jorges es un mensajero de lo impensable, un serposiblemente desquiciado que, además, se revela peligrosamentecontagioso. Con las historias de El señor relámpago, en las quesubyace un aliento borgiano, Antonio Sánchez Jiménez se adentrabrillantemente en el género fantástico, no demasiado frecuentado en la literatura en español.