EL LADRÓN DE CUERPOS (CRÓNICAS VAMPÍRICAS 4)

EL LADRÓN DE CUERPOS (CRÓNICAS VAMPÍRICAS 4)

$25.616
IVA incluido
Sujeto Disponibilidad de Proveedor
Editorial:
(084) EB (EDICIONES B)
Año de edición:
Temática
Misterio, suspenso y novela negra
ISBN:
978-84-9070-769-2
Páginas:
608
Encuadernación:
Rústica
Idioma:
Castellano
Dimensiones:
189x128
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El ladrón de cuerpos es el cuarto volumen de la saga de novelasfantásticas de Anne Rice «Crónicas Vampíricas», considerada como unade las mejores series contemporáneas sobre vampiros. Lestat ha gozadode una existencia cómoda, su supremacía indiscutida en el mundo de lanoche colmaba sus aspiraciones. Pero una duda le llevará areplantearse la razón de su existencia. Impulsado por su afán deconocer -a la vez intelectual y argumental, racional y vital- que porprimera vez hará tambalear los cimientos de su reinado de penumbras.«Gracias al sufrimiento y al triunfo y a la sangre de nuestrosvampiros de más edad, me había transformado en una especie de diososcuro. Tenía poderes que me dejaban perplejo y, a veces, inclusoasustado. Tenía poderes que me hacían sentir acongojado, aunque nosiempre comprendía por qué.»No está mal, diréis. A mí me repugnaba. Sin duda, por añoranza a misantiguos yoes: el muchacho mortal y su espectro recién nacido, un díatan dispuesto a alcanzar la excelencia en la maldad, si tal era sutrágico destino.»

El ladrón de cuerpos es el cuarto volumen de la saga de novelas fantásticas de Anne Rice «Crónicas Vampíricas», considerada como una de las mejores series contemporáneas sobre vampiros. Lestat ha gozado de una existencia cómoda, su supremacía indiscutida en el mundo de la noche colmaba sus aspiraciones. Pero una duda le llevará a replantearse la razón de su existencia. Impulsado por su afán de conocer -a la vez intelectual y argumental, racional y vital- que por primera vez hará tambalear los cimientos de su reinado de penumbras. «Gracias al sufrimiento y al triunfo y a la sangre de nuestros vampiros de más edad, me había transformado en una especie de dios oscuro. Tenía poderes que me dejaban perplejo y, a veces, incluso asustado. Tenía poderes que me hacían sentir acongojado, aunque no siempre comprendía por qué.
»No está mal, diréis. A mí me repugnaba. Sin duda, por añoranza a mis antiguos yoes: el muchacho mortal y su espectro recién nacido, un día tan dispuesto a alcanzar la excelencia en la maldad, si tal era su trágico destino.»

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