Abatidos por la pandemia del coronavirus, estamos como los discípulosde Emaús: tristes, amedrentados y sin esperanza, hasta que alguien seacerca a nosotros y nos acompaña, haciendo que nuestro corazón arda yse ponga en marcha de nuevo. El Papa ha iluminado este tiempo conpalabras que pueden acompañarnos en el largo camino de reconstrucciónque nos espera. Verdaderamente esta es la tarea más urgente: contagiar la esperanza.