Martin Scorsese abordó, en los años 90, la tarea de restaurar ydivulgar El Cid, confirmando así el indiscutible carácter de clásicode la película del maestro del "western" Anthony Mann. Con claros ecos de las tragedias griegas y shakespearianas, con los ingredientesseminales de los grandes relatos fundacionales, El Cid narra, contemple de drama romántico, una apasionante historia de amor, la gestaépica de un caballero medieval en un territorio agitado por constantes luchas intestinas y, al hilo de todo ello, despliega un discursosobre valores y contravalores antagónicos: el perdón y la venganza, la lealtad y la traición, el deseo y el deber, la conciencia individualy el poder. Rodrigo Díaz de Vivar, guerrero del siglo XI, quedóinmortalizado en el Poema de Mio Cid, fechado en 1207, y la figura deRodrigo se difundió por toda Europa, siempre entre la Historia y laLeyenda, suscitando, en la línea de Arturo o Roldán, el interés denumerosos escritores y artistas. Manuel Hidalgo no sólo recrea unapelícula que marcó a una generación y que ha sido básica en lareformulación del héroe abordada con posterioridad, sino que además,explorando experiencias y emociones compartidas, posa su miradairónica y moderna sobre la infancia y la vida familiar y colectiva dela España de principios de los 60 y, en particular, sobre las sesiones de cine del colegio.