PÉREZ / REVERTE, ARTURO / PEREZ-REVERTE, ARTURO
«Don Francisco de Quevedo me dirigió una mirada que interpreté comoera debido, pues fui detrás del capitán Alatriste. Avísame si hayproblemas, habían dicho sus ojos tras los lentes quevedescos. Dosaceros hacen más papel que uno. Y así, consciente de miresponsabilidad, acomodé la daga de misericordia que llevabaatravesada al cinto y fui en pos de mi amo, discreto como un ratón,confiando en que esta vez pudiéramos terminar la comedia sin estocadas y en paz, pues habría sido bellaca afrenta estropearle el estreno aTirso de Molina. Yo estaba lejos de imaginar hasta qué punto labellísima actriz María de Castro iba a complicar mi vida y la delcapitán, poniéndonos a ambos en gravísimo peligro, por no hablar de la corona del rey Felipe IV, que esos días anduvo literalmente al filode una espada. Todo lo cual me propongo contar en esta nueva aventura, probando así que no hay locura a la que el hombre no llegue, abismoal que no se asome, y lance que el diablo no aproveche cuando haymujer hermosa de por medio.»