«Mi nombre es Karim Amir y soy inglés de los pies a la cabeza, casi.»Así empieza El buda de los suburbios, la novela que, hace veinticincoaños, inauguró triunfalmente la carrera de uno de los escritoresbritánicos imprescindibles de las últimas décadas. El buda en cuestión es el padre de Karim, un respetable pakistaní de clase y edad medias, casado con una inglesa, que un buen día decide brindar a las amas decasa y a sus maridos de los suburbios la ración de trascendencia yéxtasis místico a que todos creían tener derecho en los años setenta.El adolescente Karim tolera con juvenil cinismo los desvaríos de susmayores. ¿Acaso no está él siempre a la búsqueda de diversión, sexo yrespuestas a los más diversos interrogantes de la vida? Pero todo sesaldrá muy pronto de su cauce y Karim verá las puertas abiertas paralanzarse a la «vida verdadera» en ese caldero mágico de feminismo,promiscuidad sexual, teatro, drogas y rock and roll que era el Londres multirracial y fascinante de los setenta, durante el fin de la erahippy y los albores del punk, un ecosistema retratado conextraordinaria vivacidad y realismo por un autor que dio carta denaturaleza ficcional a temas y tonos que en aquel momento resultabanexóticos, cuando no inéditos: temas sobre la diversidad de razas yclases en un mundo nuevo, retratado con una mezcla siempreimprevisible de humor y acidez, perversidad y cariño. Un autor que fue tan pionero como influyente, al que sus herederos literarios leyeroncon una pregunta insistente rondándoles la cabeza: «¿Cómo podía sabertanto sobre nosotros ese tal Kureishi, que había nacido en el sur deLondres y nos sacaba veinte años?» O eso es lo que dice Zadie Smith en el entusiasta e iluminador prólogo que acompaña este rescate, quecontiene una constatación feliz: «Releyendo a Kureishi ahora meemociono igual, siento el mismo placer, y todo ello ligeramenteintensificado.» Con esta reedición en Otra vuelta de tuerca, el lector de hoy tiene la oportunidad de comprobar cuán exactas son suspalabras.