DERECHO A DECIDIR

DERECHO A DECIDIR

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$34.630
$27.704
IVA incluido
Importado Despacho 12 a 20 días hábiles
Editorial:
AKAL
Año de edición:
ISBN:
978-84-460-4901-2
Páginas:
160
Encuadernación:
Rústica
Idioma:
Castellano
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En los últimos años ha aumentado de forma significativa lareflexión_x000D_sobre los problemas que atañen a las mujeres, los dilemas que asediansus_x000D_cuerpos y, como consecuencia, las demandas feministas para tratarde_x000D_solucionarlos. Así ha sido como, en la actualidad, vivimos un nuevociclo de_x000D_movilizaciones y una diversificación de los discursos feministas, enespecial_x000D_de aquellos relacionados con un tema que parecía superado ya en elsiglo XXI: «El derecho de las mujeres a_x000D_decidir sobre nuestro cuerpo». Un derecho a decidir asumida ya lalegitimidad del aborto que atañe a_x000D_muchos dilemas: la abolición o regularización de la prostitución,las_x000D_prohibiciones e imposiciones religiosas, las tiranías estéticas queviven_x000D_muchas mujeres en Occidente para poder acceder a realizar trabajos dedistinta_x000D_índole, o la ilegalidad, que quieren convertir en legalidad, dealquilar a una_x000D_mujer con el propósito de dejarla embarazada y acabar comprándole elhijo tras_x000D_dar a luz.Temas que, sin duda, ponen el foco en la condición, todavíasubalterna y_x000D_vulnerable, que viven las mujeres y señalan sus cuerpos comoobjetos,_x000D_depósitos del placer, susceptibles de ser comprados, alquilados yvendidos por_x000D_los hombres. Asuntos acerca de la dignidad y hasta el orgullo de«otros» que,_x000D_por extraño que parezca, les dejan, en no pocas ocasiones, escasomargen de_x000D_maniobra para decidir qué hacer al respecto.Temas los cuatro_x000D_a través de los que se evidencia cómo, en la mayoría de casos, laclase política huye del_x000D_debate, de uno o de todos, porque sin_x000D_importarle demasiado la situación en la que se debe encontrar unamujer que_x000D_llega a ese escenario_x000D_va de la mano de grupos de presión y lobbies que se desenvuelven consoltura y_x000D_sin complejos en el marco de democracias despolitizadas y preocupadassólo por_x000D_los beneficios económicos. Parece que no debería generar ninguna dudaque, cuando existe_x000D_una necesidad básica, lo que decide cualquier mujer para conseguirlano es una reacción fruto de su libertad, sino condicionada,_x000D_
precisamente, porque no la tiene. Así pues, en realidad, no siempretienen el «derecho a decidir sobre nuestros cuerpos», tal como seríadeseable en pleno_x000D_siglo XXI. Ya lo decía con claridad_x000D_Rousseau en el lejano siglo XVIII,_x000D_en El contrato social: la auténtica libertad surge de lascondiciones_x000D_materiales. Quizá la solución pasa por que «nadie sea tan pobre comopara_x000D_querer venderse y nadie sea tan rico como para poder comprar a otros», sólo así_x000D_la mujer conseguirá , de verdad, poder decidir sobre su cuerpo.

En los últimos años ha aumentado de forma significativa lareflexión_x000D_sobre los problemas que atañen a las mujeres, los dilemas que asediansus_x000D_cuerpos y, como consecuencia, las demandas feministas para tratarde_x000D_solucionarlos. Así ha sido como, en la actualidad, vivimos un nuevociclo de_x000D_movilizaciones y una diversificación de los discursos feministas, enespecial_x000D_de aquellos relacionados con un tema que parecía superado ya en elsiglo XXI: «El derecho de las mujeres a_x000D_decidir sobre nuestro cuerpo». Un derecho a decidir asumida ya lalegitimidad del aborto que atañe a_x000D_muchos dilemas: la abolición o regularización de la prostitución,las_x000D_prohibiciones e imposiciones religiosas, las tiranías estéticas queviven_x000D_muchas mujeres en Occidente para poder acceder a realizar trabajos dedistinta_x000D_índole, o la ilegalidad, que quieren convertir en legalidad, dealquilar a una_x000D_mujer con el propósito de dejarla embarazada y acabar comprándole elhijo tras_x000D_dar a luz.Temas que, sin duda, ponen el foco en la condición, todavíasubalterna y_x000D_vulnerable, que viven las mujeres y señalan sus cuerpos comoobjetos,_x000D_depósitos del placer, susceptibles de ser comprados, alquilados yvendidos por_x000D_los hombres. Asuntos acerca de la dignidad y hasta el orgullo de«otros» que,_x000D_por extraño que parezca, les dejan, en no pocas ocasiones, escasomargen de_x000D_maniobra para decidir qué hacer al respecto.Temas los cuatro_x000D_a través de los que se evidencia cómo, en la mayoría de casos, laclase política huye del_x000D_debate, de uno o de todos, porque sin_x000D_importarle demasiado la situación en la que se debe encontrar unamujer que_x000D_llega a ese escenario_x000D_va de la mano de grupos de presión y lobbies que se desenvuelven consoltura y_x000D_sin complejos en el marco de democracias despolitizadas y preocupadassólo por_x000D_los beneficios económicos. Parece que no debería generar ninguna dudaque, cuando existe_x000D_una necesidad básica, lo que decide cualquier mujer para conseguirlano es una reacción fruto de su libertad, sino condicionada,_x000D_
precisamente, porque no la tiene. Así pues, en realidad, no siempretienen el «derecho a decidir sobre nuestros cuerpos», tal como seríadeseable en pleno_x000D_siglo XXI. Ya lo decía con claridad_x000D_Rousseau en el lejano siglo XVIII,_x000D_en El contrato social: la auténtica libertad surge de lascondiciones_x000D_materiales. Quizá la solución pasa por que «nadie sea tan pobre comopara_x000D_querer venderse y nadie sea tan rico como para poder comprar a otros», sólo así_x000D_la mujer conseguirá , de verdad, poder decidir sobre su cuerpo.

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