El naturalismo poético de este autor, traducido porUnamuno, sobrecoge al lector.J. L. Borges, tan cicatero repartiendo alabanzas literarias, elogió el conjunto de la obra de Sudermann, pese a hallarse ésta adscrita a una corriente, la naturalista, a la que el autor argentino eraespecialmente reacio. Algo que se comprende cuando leemos el magistral relato que presentamos: naturalista, sí, pero trascendido de continuo por un soterrado fondo fantástico. El protagonista, un jovenpredestinado a la desgracia por su timidez y un entorno familiar pobre y opresivo, alcanzará una impensada plenitud tras una peripecia vital en donde su capacidad de entrega y sacrificio se verá mágicamenterecompensada por diversos giros sorprendentes que el Destino efectúaen su favor. La maestría de Sudermann destaca en el modo en que vatransfigurando la sencillez y minuciosidad extremas del relatomediante un aura poética cuya contención pudorosa no impide que ennumerosos instantes la historia sobrecoja al lector. Nacido en Matzicken, en la actual Lituania, Hermann Sudermann(1857-1928) se dedicó al periodismo y a la literatura, escribiendonovelas de éxito, entre las que destaca Frau Sorge (La dama gris). Sus obras de teatro, como Die Ehre (La honra) y Heimat (Patria),alcanzaron una enorme fama, se las disputaron los mejores teatros delmundo y las interpretaron las mejores actrices de la época (SarahBernardt, Eleonora Duse, etc.).