Pocas veces se ha topado en su historia la literatura española con una personalidad tan ecléctica y refractaria a etiquetas y escalafonescomo la de Carlos Edmundo de Ory (Cádiz, 1923-Thézy-Glimont, 2010). Un escritor al que le gustaba ser integrado en la categoría de losraros. Sabía que ahí jugaba con la ventaja que la independencia leconcedía para hacer y deshacer sin atenerse al imperativo de las modas o a las fluctuaciones del tiempo.
En ese terreno germinó su lucidez alucinada, su sentido sacralizado de la creación y esa cosa esquiva que se llama genio. Cualidadesanalizadas en profundidad en su poesía, pero a las que se les haprestado poca atención a la hora de tratar su narrativa. Sin embargo,su dedicación al cuento no fue episódica sino una constante y una delas facetas más interesantes y menos conocidas del conjunto de suobra.