La obra de Janet Malcolm figura destacada en cualquier canon de la no ficción contemporánea, con piezas tan brillantes como la que da título a esta antología, con sus cuarenta y un intentos fallidos de comenzar un perfil del pintor David Salle, que acaban componiendo un retrato excepcional del artista. Malcolm está entre los autores más estimulantes intelectualmente, capaz de convertir «epifanías de la percepción en estallidos de conocimiento» como escribió David Lehman en The Boston Globe.