¿Es Coincidencias propiamente una novela? Lo es, pese a que en unprincipio a más de un lector pueda parecerle algo atípica. Hasta que,estimulado por los golpes divertidos, desopilantes, del relato, laacepte sin problemas como tal. Y no ya porque cumple con todos losrasgos que caracterizan al género, sino porque la aparente dispersióninicial propia de una narración colectiva termina por configurarse enun todo estructurado y coherente.
Si bien el tipo de comicidad no es aquí la que predomina en las obrasde Luis Goytisolo, sí lo es algo que despunta en muchas de ellas: unhumor que no es el que procede de la observación irónica de larealidad narrada sino del estallido hilarante de lo absurdo.Experimentados hombres de negocios y jóvenes emprendedores,adolescentes de ambos sexos sumidos en su dependencia del móvil y ensus escabrosas fantasías, paseantes solitarios atentos a la realidadque los rodea, selectas dinastías familiares de clase alta ysolitarios automovilistas que descargan sobre el tráfico urbano el mal humor que impregna su vida cotidiana: todo de una actualidad que, con diversas variantes, viene siéndolo desde siempre.
Como bien apuntó Mario Vargas Llosa en relación con un texto desimilares rasgos: «El autor se divierte y nos divierte y, sin embargo, al final de la carcajada, en los pliegues de la sonrisa, descubrimosde pronto un desagradable sabor, algo viscoso e inesperado, sin duda:¿quién se está riendo de quién, de quién nos estamos riendo, haymotivos para reírse?» Una novela coral y virtuosa, que, impulsada porun ritmo sin tregua, traza un mapa urbano y dibuja una geografía desentimientos, carencias, incertidumbres, ambiciones, una pieza cuyosutil engranaje muestra, una vez más, el portentoso dominio narrativode un Luis Goytisolo que deslumbra.