Después de un tiempo de baja por mal comportamiento, Felix Castor havuelto a regañadientes al exorcismo. Hay cosas que nunca cambian,Castor sigue pobre como las ratas.
Lo que Castor necesita es un buen cliente que le permita salir de losnúmeros rojos. No es algo muy difícil en una ciudad como Londres donde los fantasmas y los zombies son el pan de cada día. Pero la buenasuerte y Castor no suelen encontrarse. Finalmente, consigue untrabajo: el caso de un «fantasma desaparecido».
Lo que parecía un trabajo fácil rápidamente queda fuera de control yCastor debe enfrentarse a sus colegas exorcistas, a unos adoradoresdel diablo, a militantes de la Iglesia Católica y, como no, a lapolicía local.