En 1985, en plena madurez literaria, Atwood reunió una espléndidacolección de cuentos en un volumen titulado Chicas bailarinas. Setrata de doce piezas de exquisita factura, donde la autora utilizasabiamente todas las perspectivas, modulaciones y técnicas hastaalcanzar auténticas joyas, entre cuyos rasgos cabe destacar la agudeza y finura de la observación de los personajes -mujeres preñadas,estudiantes, periodistas, granjeras, ornitólogos, ex esposas y amantes adolescentes-, la perfección de los tonos -lírico, coloquial,distanciado, circunspecto, cómico- y la destreza de las resoluciones,que no ceden nunca a soluciones fáciles.