Si a lo largo y ancho del globo hay pueblos y culturas que detestan,incluso hasta el límite de la repugnancia, alimentos que para otrosson perfectamente aceptables, la definición de lo Bueno para comer nopuede basarse sólo en la pura fisiología de la digestión, sino quedebe contar también con las tradiciones gastronómicas de cada pueblo y su cultura alimentaria. En este apasionante estudio, Marvin Harrismuestra cómo los alimentos preferidos (buenos para comer) son aquellos que presentan una relación de costes y beneficios prácticos másfavorable que los alimentos evitados (malos para comer) y que laarbitrariedad de los hábitos alimentarios puede explicarse medianteelecciones relacionadas con la nutrición, con la ecología o con sumero coste.