Mafalda se hace muchas preguntas, demasiadas preguntas que a menudoirritan y superan a los que la rodean. Nuestra pequeña indignada secuestiona los temas universales y comparte sus reflexiones sobre elmundo.
Mafalda y sus amigos son como una pequeña familia, cada uno con susroles establecidos y sus encuentros y desencuentros que siempreconsiguen arrancarnos una sonrisa. Juegan y se divierten pero tambiénhablan de política, de la escuela, de cómo harían ellos las cosas y se preguntan por qué los adultos, con todo su poder, no se mueven paracambiar el mundo.
«La vida no debería expulsarnos de la infancia sin asegurarnos unabuena posición en la juventud»