Una vez transcurridos cincuenta años de la celebración del Vaticano II habría que reflexionar sobre cuál es su herencia permanente, que esindicativa de que todavía hoy el Concilio puede ser saludable. Esverdad que las últimas décadas han sido testigos de cambios culturales imprevistos en el Concilio, y es necesario seguir leyendo los signosnuevos que van surgiendo en el tiempo. Pero, tanto en la visión de laIglesia como en su relación con el mundo, el Concilio abrióperspectivas y sugirió claves fundamentales que son imprescindiblespara la renovación de la vida cristiana y para su misiónevangelizadora.Es la convicción inspiradora de este libro.Jesús Espeja Pardo, profesor emérito en la Facultad Teológica de SanEsteban de Salamanca, iniciaba su carrera docente cuando se convocó el Vaticano II. Como formador de religiosos y sacerdotes jóvenes viviómuy de cerca los cambios y los problemas en el primer períodoposconciliar. Entre sus muchas publicaciones en San Pablo, las dos más recientes son "Jesucristo, una propuesta de vida" (2010) y "Oyentesde la Palabra" (2011).
